Al interrogarla sobre su estado, la ilustre madre de la patria respondió: "aquí esperaré hasta el día que el señor haga su voluntad de permitir un referendo para que los colombianos votemos en contra de semejante sentencia pecaminosa, que va en contra de los principios cristianos y de la familia colombiana."
Cerrando sus ojos mientras asomaron unas lágrimas agregó: "a mí me preocupa la suerte de esas pobres almas de los homosexuales y lesbianas, porque ellas no entrarán al reino de los cielos, y en cambio se irán derechito al infierno, donde no se escucha sino el crujir de dientes y el hervor de la paila mocha donde esas almas serán cocinadas por los siglos de los siglos. Claro que temo que esta espera se está pareciendo a la llegada de Jesús, un poquito demorada."
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