Todos los días, 'el Chapo' llegaba a la tienda y compraba huevos, pan y algunas veces un frasquito de aceite para preparar los huevos revueltos que tanto le gustan. Ese viernes ocho de enero de 2015, muy a las siete de la mañana, cuando el caluroso sol aparecía sobre el horizonte, Guzmán llegó a la tienda contando unas monedas con sus dedos y pidió los acostumbrados víveres a la dueña de la tienda, cuando fue sorprendido por los agentes de la Marina mexicana.
Al ser detenido, lo primero que atinó a decir el legendario narcotraficante, fue que por favor no le fueran a quebrar los huevitos, que era lo único que tenía para desayunar.
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