Un grito de horror brotó de sus arrugados labios cuando vio en el espejo la imagen de un espécimen raro, especie de extraterrestre de esos que muestran las películas de alienígenas, o quizá fue la silueta de un reptil, para hacer apología a su forma de pensar y vociferar palabras incoherentes.
Dicen los más cercanos amigos de la congresista que de inmediato invocó a su dios Álvaro Uribe, para contarle el trágico episodio y este recomendó que viajara de inmediato a Panamá, para que sacara cita con Luis Carlos Restrepo, el psiquiatra de cabecera de todos los uribistas.
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